Arabia Saudita fue uno de los pocos países que impuso la prohibición de viajar al extranjero tras el brote de la pandemia de la COVID-19. Ahora Australia stá entre los pocos países desarrollados que imponen restricciones a las salidas internacionales de sus ciudadanos en el mundo, según el diario Sydney Morning Herald (SMH).
En Corea del Norte es ilegal salir del país sin el permiso del gobierno, pero el régimen represivo lo impuso a sus ciudadanos mucho antes de la pandemia, apunta el diario Sydney Morning Herald (SMH), al informar que Arabia Saudita, uno uno de los pocos países que impuso la prohibición de viajar al extranjero tras el brote de la pandemia de la COVID-19, ha relajado esas restricciones.
Australia es casi el único país que pide a sus ciudadanos, incluidos los que tienen doble nacionalidad, que adquieran una exención gubernamental para viajar al extranjero. Incluso a los residentes de otros países, que no necesitan una exención, se les comprueba la documentación y se les pide que demuestren su residencia en el extranjero antes de permitirles embarcar en un vuelo, señala el diario SMH.
Puntos destacados:
- Australia es casi el único país que pide a sus ciudadanos, incluidos los que tienen doble nacionalidad, que adquieran una exención gubernamental para viajar al extranjero.
- En Corea del Norte es ilegal salir del país sin el permiso del gobierno, pero el régimen represivo lo impuso a sus ciudadanos mucho antes de la pandemia.
- Al gobierno de Scott Morrison no le preocupa promulgar esta prohibición de viajar al exterior porque hay muy pocos motivos internos para impugnarla: no tenemos una ley federal de derechos humanos, según una experta de la ANU.
Nueva Zelanda, que ha eliminado el COVID-19, nunca ha prohibido los viajes al exterior, aunque sí los desaconseja.
“Este no ha sido el caso en otras democracias, incluso cuando se impusieron bloqueos”, indica Latika Bourke, al poner como ejemplo que los gobiernos europeos no han impedido salir a sus ciudadanos por razones especiales ni exige permisos especiales como Australia.
Australia, que acumula 30.000 casos de COVID-19, entre ellos 910 muertos, vive desde hace meses una vida prácticamente normal, aunque su programa de vacunación está retrasado por demoras en las importaciones, los efectos secundarios de las dosis o incluso la resistencia de una parte de sus 25 millones de pobladores a vacunarse.
La vacunación en Australia terminaría a finales de año y es crucial para pensar en la reapertura de las fronteras internacionales, que cerró en marzo de 2020 y que según el gobierno de Scott Morrison se produciría a mediados de 2022.
Ejemplos mundiales
En marzo, Gran Bretaña tomó medidas enérgicas contra los viajes internacionales. Se convirtió en un delito viajar al extranjero por ocio, pero los británicos sólo tuvieron que rellenar formularios adicionales para justificar sus motivos de viaje, recuerda el diario, al precisar que esta ley ya ha expirado.
Otros países imponen restricciones de viajes que cambian según las condiciones, como por ejemplo la vacunación de sus ciudadanos.
Los investigadores de la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford, que elaboran un Índice de Rigurosidad que mide la dureza de las restricciones por pandemia, ni siquiera incluyeron las prohibiciones de viajar al exterior o las restricciones al regreso de los ciudadanos.
"Asumimos que los países siempre dejarían regresar a sus propios ciudadanos", dijo Toby Phillips, director ejecutivo del Rastreador de Respuestas Gubernamentales de Oxford COVID-19, a The Sydney Morning Herald y The Age.
International Departures terminal at Melbourne Airport Source: AAP
"Incluso lo incluimos en nuestra formación para los recopiladores de datos, diciéndoles que sólo se centraran en las restricciones para los no ciudadanos".
Cierre al estilo de Corea del Norte
Entonces, ¿por qué Australia es prácticamente la única que impone una prohibición al estilo de Corea del Norte a sus propios ciudadanos?
Kate Ogg, profesora asociada de la Facultad de Derecho de la ANU, afirma que Australia ha podido continuar con sus prohibiciones fronterizas por tres razones: su suerte geográfica como nación insular remota; un enfoque de dureza en la defensa de sus fronteras desde hace mucho tiempo; y el hecho de que el país no tiene una ley de derechos humanos.
"Al gobierno no le preocupa promulgar esta prohibición de viajar al exterior porque hay muy pocos motivos internos para impugnarla: no tenemos una ley federal de derechos humanos", dijo Ogg.
"Hay una gran laguna legal en Australia y tampoco hay un marco regional como en África y Europa, que tienen convenios regionales de derechos humanos y tribunales supranacionales. No hay nada de eso en la región de Oceanía".
Ogg afirma que la historia de Australia de "ser muy militante" en torno al control de las fronteras y en el control de "quién entra y quién sale", especialmente desde el asunto Tampa de 2001, significa que un gran porcentaje de la población australiana apoya la medida draconiana.
